Transformación del deseo de los niños de la calle
El éxito del programa desarrollado por el padre Nicoló radica en la estrategia y metodología empleada, la cual está fundamentada en la libertad de elección, la motivación y la transformación del deseo. El programa Bosconia consta de cinco pasos. El primero lo llevan a cabo los educadores en las calles, a través de un acercamiento al niño, lo que poco a poco genera confianza y la necesidad de pedir ayuda. El segundo paso, “Los Patios, se realiza en lugares adonde el niño puede ir voluntariamente y satisfacer algunas necesidades básicas como, alimentación, salud e higiene. El siguiente paso es la etapa de compromiso, a la que acceden los niños que quieren rehabilitarse; en este momento del proceso se requiere que el niño se instale permanentemente en uno de los centros, pero no es obligado a permanecer allí: puede regresar a la calle con el compromiso de estar en la institución a las cinco de la tarde. Poco a poco se le va mostrando un camino distinto al de la calle y, cuando el niño logra percatarse de eso, se entra en la cuarta etapa, la de la personalización, en la que se desarrollan cursos de alfabetización y se les enseñan los principios de tolerancia y respeto, para luego iniciar el quinto paso, el proceso de inclusión social, en el cual se construyen proyectos de vida.
La metodología de socialización y las técnicas de disciplina son muy innovadoras y son el resultado de conocer muy bien la psicología infantil y juvenil y la buena manipulación del deseo; a manera de ejemplo,
cuando llegan a la casa, los niños no quieren limpiar sus habitaciones. En medio de un partido de fútbol, un educador dice, “quiero cinco voluntarios para limpiar el dormitorio,” y unos dos o tres chicos vienen a ayudar. Dos horas más tarde, con todos los chicos presentes, el educador invita a los voluntarios para tomar una gaseosa, o para comer un helado, y los demás tienen envidia. El día siguiente, el educador pide ayuda con el dormitorio – todos vienen a limpiarlo, y después piden gaseosa. El educador explica que son voluntarios, y no hay nada. Este proceso sigue por unas semanas; de vez en cuando hay gaseosa o confite o helado, pero otros días no. Y después de unas semanas, los chicos limpian su habitación por su propia cuenta.
El Programa Bosconia no obliga a los niños y jóvenes a cambiar sino que más bien les muestra de una manera amable y libre una opción de vida digna, basada en el respeto, la moral y las buenas costumbres: “Lo que más me gusta de estar acá es que soy libre”, dice Santiago Torres, un niño de apenas 13 años que llegó de Sonsón, remitido por Bienestar Familiar. “¿Y cuál es la diferencia entre la libertad de la calle y la de ahora?”, se le pregunta; “… Es que en la calle uno coge mucho vicio, aquí aprendo muchas cosas”
Servicio Juvenil Bosconia, desde su fundación en los años setenta, ha logrado rehabilitar a miles de niños y jóvenes en todo el territorio nacional. El país está en deuda con el padre Javier de Nicoló por sacar de las calles a muchos niños desamparados y hacer de ellos hombres y mujeres productivos capaces de vivir en armonía social.
Para su financiación, Bosconia cuenta con aportes del Instituto Colombiano de Bienestar Familia (ICBF), la colaboración de algunas entidades internacionales y algunas donaciones.
En el año de 1995, el Servicio Juvenil Bosconia fue merecedor del Premio “Germán Saldarriaga del Valle” por sus grandes aportes a la educación de los jóvenes colombianos y recibió una ayuda económica por valor de 18 millones de pesos; la Corporación de Fomento Cívico y Cultural quiso así reconocer sus grandes aportes a la niñez y contribuir al fortalecimiento de sus programas.