Fundación Acción Motora (Fundacción)
(Pereira 2002)
Por: Jairo Andrés Campuzano Hoyos
Fundación Acción Motora
La mayoría de personas rara vez se percatan de la presencia de miles de congéneres quienes día a día deben enfrentarse a la vida en condiciones de quietud, o dependientes para su movimiento de algún objeto o persona que sustituya, o ayude a suplir, algunas funciones que por diferentes razones ya no cumple su cuerpo. Inquieta que lo “normal” sea no percatarse de ellos, y que lo “raro” sea tomar la iniciativa de arrimar el hombro a quienes muchas veces, sin ayuda, ni siquiera podrían curiosear o esconderse del incandescente sol meridiano.
Sin embargo, como en todo, hay que establecer excepciones. Una de ellas se encuentra en la ciudad de Pereira, departamento de Risaralda, donde existe un grupo de personas que ejercitan sus capacidades intelectuales y funciones motoras para ofrecerles una mejor calidad de vida a quienes tienen alguna limitación de tipo motor.
Con la orientación y dirección de un médico fisiatra y ocupacional, el manizalita José Fernando López Herrera, ese grupo de personas integra la Fundación “Acción Motora” (Fundacción), entidad que, pese a sus escasos recursos y sus pocos años de funcionamiento, ha logrado cultivar méritos suficientes, incluso hasta llegar a ser merecedora, en 2005, del prestigioso premio “Germán Saldarriaga del Valle”.
Una estrategia innovadora: la Rehabilitación Basada en Comunidad (RBC)
El doctor José Fernando López lleva 14 años trabajando como profesor de la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP); en el último lustro ha sido el coordinador del proyecto de extensión denominado Rehabilitación Basada en Comunidad (RBC) y de la recién creada Especialización en Intervención Integral en Discapacidad Motriz, de la Facultad de Ciencias de la Salud de la misma universidad. No habría necesidad de analizar mucho este pequeño apartado para identificar el campo de acción del profesor López, a quien las palabras rehabilitación, comunidad y discapacidad motriz parecen acompañarlo todos los días de su vida.
En efecto, por su propia iniciativa y con el apoyo de algunas personas cercanas, desde hace más de una década viene prestando su desinteresado servicio a la población discapacitada. En 1994 fundó el Centro de Rehabilitación y Alivio del Dolor (Cread), momento desde el cual comenzó a realizar trabajo extramural, yendo a las comunidades a prestar su atención como fisiatra y a evaluar casos de discapacidad que requirieran algún tratamiento. Aquélla era una labor realizada, ad honórem, pues buscaba especialmente prestar sus servicios a personas con marcadas necesidades, sin considerar sus recursos económicos.
Con la llegada del año 2002, llegaron también algunas indicaciones legales que le impusieron al Centro algunas dificultades administrativas, por lo que, al identificar que desde hacía algún tiempo su fortaleza era el trabajo en las comunidades, decidieron que lo mejor era cerrar Cread y constituir una organización no gubernamental (ONG) con un enfoque comunitario. Se creó entonces la Fundación “Acción Motora” (Fundacción), registrada en la Cámara de Comercio el 22 de marzo de 2002. La fundación inició con el mismo grupo de personas de Cread, quienes desde entonces integran la junta directiva de la institución. Como representante legal y presidente de la junta directiva se designó al doctor López, y como director ejecutivo a Carlos Felipe Gómez, quien cuenta con una amplia experiencia como profesional en el deporte y la recreación.
Una vez establecida la nueva entidad, durante los años comprendidos hasta 2004 la fundación debió trabajar con múltiples dificultades económicas hasta que ese año lograron firmar un convenio con la Universidad Tecnológica de Pereira, según el cual se integraba la posibilidad de que los estudiantes de Medicina y Ciencias del Deporte y la Recreación, de la Facultad de Ciencias de la Salud, pudieran hacer sus respectivas rotaciones en rehabilitación y trabajo comunitario. Este convenio hizo posible que en la misma universidad donde laboran como profesores José Fernando López y Carlos Felipe Gómez se diera albergue a la Fundación “Acción Motora”. Si bien el convenio no significa partidas presupuestales por parte de la universidad, gracias a él la universidad y la fundación cumplen mutuamente sus objetivos en una legítima relación del tipo gana – gana. En las rotaciones se forman los estudiantes y se contribuye a la labor social, objeto de la fundación.
A comienzos del año 2005 la fundación ya venía fomentando actividades en deporte, recreación y uso del tiempo libre en personas con limitaciones motrices, residentes en diferentes municipios de los departamentos de Caldas y Risaralda. El balance era para entonces alentador, especialmente en los municipios de Dosquebradas, Santa Rosa de Cabal y Pereira, en las que se habían beneficiado, en su orden, 769, 260 y 125 personas. En otras poblaciones fueron menos las personas que alcanzaron a favorecer, como son los casos de La Virginia (12) y Belalcázar (32).
El convenio con la UTP, el apoyo de los diferentes Clubes Rotarios y la constante labor de algunos estudiantes, quienes incluso han hecho sus trabajos de grado con la fundación, han permitido que el modelo de RBC tenga los efectos esperados. Los estudiantes que llegan semestre a semestre trabajan con recreación terapéutica, les enseñan a los discapacitados a movilizarse, y tienen a su cargo personas con las que deben trabajar por dos meses, a quienes procuran mejorar su calidad de vida en todos los aspectos, desde la vida familiar hasta la inclusión social; un acompañamiento integral, hasta donde es posible. La idea es que cada uno de los discapacitados logre la mayor autonomía de movilidad. Esa labor que comenzó con ocho estudiantes y hoy participan 59.
El crecimiento de la universidad y el fortalecimiento de Fundación “Acción Motora” hacen cada vez más necesaria la búsqueda de otros espacios adecuados para desarrollar los programas de RBC. Están en la constante búsqueda de comunidades organizadas, como la de “Los Naranjos”, en Dosquebradas, a la que se pueda llevar a los estudiantes a desarrollar la parte académica básica. El crecimiento ha sido tan marcado que desde hace un año la fundación tiene en funcionamiento un sistema de información denominado “motrisoft”, el cual indica, entre otras cosas, quiénes están trabajando, cuántas horas invierten en el trabajo, a cuántas personas se beneficia y en qué lugares han estado. Ese sistema permite estar actualizados al momento de evaluar con la universidad el estado y los avances del convenio, el mismo con el que actualmente atienden directamente a tres comunidades: “Los Naranjos”, “Frailes” y “Galaxia”, todas en Dosquebradas. De estas labores se benefician directamente 700 personas, atendidas por diferentes estudiantes cada semestre.
Una de las grandes satisfacciones de los fundadores de esta iniciativa es que en la universidad se “ha sembrado mucho esa semilla”, pues durante los últimos siete años ha venido creciendo el número de egresados dedicados a la rehabilitación y a la recreación terapéutica. Ahora, más o menos el 75% de los egresados de la carrera en Deporte y Recreación están enfocados al área de la salud, alguno de los cuales se dedican a trabajar por la población con discapacidad, en deportes paraolímpicos, en trabajos de organización de festivales y organización de comunidades, entre otros. Incluso cuentan hoy con egresados que se han hecho embajadores de la filosofía de Fundacción en el extranjero, algo que se espera tenga repercusiones positivas para afianzar los lazos internacionales del trabajo por la comunidad discapacitada. Ya en 2007 el doctor López estuvo presentando la fundación en San Diego, California, pero aún falta tiempo para lograr hacer un convenio mediante el cual se posibilite desarrollar ese tipo de experiencias en el exterior.
De manera adicional al trabajo con la universidad, la fundación ha logrado establecer otros convenios con municipios como Santa Rosa de Cabal, Belalcázar, Pereira y Dosquebradas, mediante los cuales eventualmente se obtienen algunos contratos. Con esos convenios se desarrolla el mismo esquema de llegar a las comunidades y ayudarlas a organizar en todos los aspectos, especialmente deportivo, terapéutico y social.
De igual manera, la fundación ha propugnado por la inclusión social de los discapacitados, cosa que en buena medida se ha logrado, entre otros, con el programa denominado “Miércoles de inclusión”, que se desarrolla en el “Parque del Café”. Aquello surgió de manera espontánea, cuando los miembros de la fundación, acompañados de algunos estudiantes de Medicina, Deportes y otras facultades, comenzaron a ir los miércoles al “Parque del Café” para identificar si llegaban allí discapacitados para prestarles algún servicio. Pronto la población discapacitada comenzó a darse cuenta de la frecuente presencia de la “Acción Motora” en ese lugar, por lo que al poco tiempo las visitas de los miércoles se volvieron una institución. Actualmente todos los discapacitados que lleguen al “Parque del Café” los miércoles, a las 9 de la mañana, entran gratis con un acompañante. En 2009 uno de los egresados de la UTP está coordinando ese programa, el que también se coordina con el servicio social que deben prestar los estudiantes de bachillerato. Según las palabras de José Fernando López, para los discapacitados allí sí se vive un verdadero “ambiente inclusor.”
Como fundación, la principal estrategia de “Acción Motora” ha sido siempre la Rehabilitación Basada en Comunidad, sin implementar modelos atencionistas. Una de sus metas es poder apoyar a todas las instituciones y entidades dedicadas al trabajo con discapacitados, con el soporte formativo de sus estudiantes. Hasta ahora, en el desarrollo de sus actividades se han apoyado mutuamente con la Fundación para la “Educación Especial, la Lúdica y el Deporte” (Ludes), la Asociación de discapacitados de Risaralda (Asodiris) y la Asociación de discapacitados de Dosquebradas (Asodid), entre otras.
A mediados de 2005, por afortunada coincidencia se enteraron que estaba abierta la convocatoria para el premio “Germán Saldarriaga del Valle”, el cual se entregaría ese año a una institución que hiciera labor social, con énfasis en deportes, en la población discapacitada. Era la primera vez, y hasta ahora la única, en la que el premio se destinaría a favorecer entidades o personas asociadas al mundo deportivo. Con escasas esperanzas, pero animados por el empoderamiento que podría lograr la fundación en caso de ganar el premio, vía internet matricularon un documento en el que someramente se describían las actividades de la fundación. Al poco tiempo, para su sorpresa fueron elegidos ganadores, con la fortuna adicional de ser los únicos en cumplir todos los requisitos exigidos, por lo que el premio fue sólo para ellos; es decir, no fue repartido como en ocasiones anteriores. Según consta en el acta de otorgamiento,
El jurado escogió para el premio “Germán Saldarriaga del Valle” a la Fundación “Acción Motora” de Pereira por considerar que esta institución cumple cabalmente con los requisitos exigidos por el concurso; viene trabajando desde hace once años para la formación de líderes comunitarios que aportan tiempo y recursos básicos fundamentales para el fomento del deporte y la actividad lúdica de los discapacitados del Departamento de Risaralda. Organizan grupos recreativos, ligas deportivas, grupos terapéuticos, equipos deportivos que participan en competencias y olimpiadas. Hasta el momento han llegado a más de mil personas en distintos municipios de Risaralda, tienen proyectos y programas que están orientados a mejorar el rendimiento en el deporte de los discapacitados y proporcionarles medios de transporte acordes con su discapacidad.
Además del honor y reconocimiento social que adquirieron con el otorgamiento de aquel premio, enhorabuena llegaron los cien millones de pesos que acompañaban a la condecoración. Fueron cautos con el dinero. Se destinó una parte a continuar con los programas que tenían en desarrollo; otra a participar en un proyecto compartido con el Club Rotario Pasorobles Sunrise, de California (Estados Unidos), proyecto con el que se ganaron un microbús; y otra para abastecerse de algunos insumos básicos, como un computador. Finalmente, el dinero restante, que no era poco, se destinó a la inversión en propiedad raíz, con la compra de un lote en una de las zonas de reciente valorización de la ciudad. A la fecha el mismo terreno ya vale más que cuando se compró, cosa que ha generado cierta tranquilidad para las proyecciones futuras de la fundación. No obstante, día a día están en la búsqueda de nuevos recursos y ayudas que le permitan a la entidad desarrollar su objeto social “para poder seguir sembrando hacia el futuro,” como lo hizo manifiesto Carlos Felipe Gómez, director ejecutivo de la Fundación.