De burdel a centro de desarrollo cultural
En medio de la guerra de los carteles de la droga, uno de los períodos más violentos vividos en la ciudad de Medellín y en el país, surgió en el barrio “Santa Cruz” en 1987 la Corporación Cultural Nuestra Gente, como una respuesta de no a la violencia y como una opción de vida sana para hacer el bien a una sociedad acostumbrada a hacer el mal.
En medio de la muerte y la tristeza causada por la barbarie, surge este proceso creativo denominado Corporación Cultural Nuestra Gente; en él participan aquellos otros jóvenes, los olvidados por el sistema, los sumergidos en el trasfondo del barrio, los seres soñadores, los cargados de esperanza, ésa que nace de la unión, del esfuerzo comunitario, del encuentro creativo, de aquella vibración que hace posible que algunos jóvenes de las comunas de Medellín opten por el arte y la cultura como una oportunidad de generar espacios de alegría y vida.
Con las dificultades propias que implica dedicarse al arte en nuestro país, y más aún dentro de una comunidad en la que el desarraigo era evidente, nadie le apostaba al proyecto de construir un centro cultural. La Corporación Cultural Nuestra Gente se inició como una propuesta hecha por un grupo de amigos amantes del teatro, que buscaban distraer a los jóvenes por medio de talleres y obras teatrales para que no siguieran el camino del mal. Una vez conformado el grupo, se dispusieron a buscar los recursos económicos y, para 1991, cuatro años después de su fundación, pudieron contar con una sede propia: la “Casa Amarilla”. Este lugar fue conocido a mediados de los setenta como el burdel “Copinol 2”, que hacía parte de una serie de prostíbulos ubicados en la zona de tolerancia llamada en aquella época como “Las Camelias” o, como bien dirían muchos otros, “Las Camas de Amelia”.
La “Casa Amarilla” ha sido desde entonces el punto de encuentro de estos jóvenes que se rebelaron a su posible destino al margen de la ley. Han desarrollado actividades culturales con una clara influencia en los barrios “Santa Cruz”, “La Rosa”, “Moscú”, “Villa Niza”, “Andalucía”, “Villa de Guadalupe”, “La Salle”, “Aranjuez” y “San Isidro”. Desde esos barrios de Medellín, la Corporación Cultural Nuestra Gente ha extendido sus actividades a diferentes sectores: locales, regionales, nacionales e internacionales, gracias al compromiso de sus miembros y al apoyo de la comunidad.
Durante sus veintiún años de existencia, Nuestra Gente ha desarrollado un proceso permanente de formación y capacitación de niños, jóvenes y adultos, inspirado en el arte y la cultura como herramientas para el trabajo comunitario, humano y artístico. Sus principales actividades radican en brindar a la comunidad la oportunidad de acceder y participar en las diferentes expresiones del arte a través de programas y talleres.
En 1996, por iniciativa propia, nació el primer Encuentro Nacional Comunitario de Teatro, que se realiza anualmente; en cada versión se incorporan nuevas entidades, que consolidan aún más sus labores. Se ha contado con la participación de grupos de Bogotá, Medellín, Cali, Apartadó, Pasto y Cuba. Como derivación de estos encuentros se creó en 1997 la Red Colombiana de Teatro en Comunidad.
Nuestra Gente no sólo ha traído el teatro a los barrios de Medellín sino que lo ha llevado a otros lugares de Colombia (Carmen de Viboral, Santa Fe de Antioquia, Envigado, Bello, La Estrella, Rionegro, Girardota, Itagüí, Apartadó, Chigorodó, Turbo, Dabeiba, Caucasia, Puerto Triunfo, San Carlos, Granada, Bogotá, Cali y Manizales) y del mundo (Cuba, Brasil, Argentina, España y Corea) por medio de encuentros, festivales y seminarios.
Mediante sus programas ha promovido la creación de grupos teatrales y musicales en los diferentes barrios de influencia, entre los que se encuentran: “Jóvenes Creadores de Arte” del barrio “Andalucía”, semillero de “Jocrar” (jóvenes creadores de arte), “Espantapájaros” del barrio “Villa de Guadalupe”, semillero de “Espantapajaritos”, Colectivo Teatral “Pablo Neruda”, Laboratorio Teatral “Navis Amarela” y semillero infantil de Nuestra Gente del barrio “Santa Cruz-La Rosa”. Cada uno de estos grupos desarrolla actividades culturales (teatro, danza y música) pero uno de los más grandes aportes es la formación de un público amante de las artes, por medio de conversatorios, foros y tertulias entre los artistas y el público general.
Han sido innumerables los aportes de estas gentes que por simple amor al arte y la cultura dedican gran parte de sus vidas a promover, capacitar y difundir las artes escénicas como instrumento indispensable para contribuir a forjar hombres buenos y sensibles con el entorno.
Se debe entonces a la Corporación Nuestra Gente el cambio de imagen negativa de esos barrios populares por la de unas comunidades unidas que trabajan en torno a la cultura y el arte como expresión de un pueblo que se niega a dejarse absorber por la barbarie y la opresión.
Este tipo de iniciativas y proyectos son los que la Corporación de Fomento Cívico y Cultural se interesa en apoyar por medio de reconocimientos públicos y de incentivos y ayudas económicas, para que continúen con sus actividades en beneficio de la comunidad.