De Medellín para el mundo. Un invaluable aporte de humildad, humanidad y sabiduría
Única hija del matrimonio de Gabriel Restrepo Restrepo y Tulia Moreno de Restrepo, Ángela Restrepo nació en Medellín, donde cursó sus primeros años de estudio en el colegio de La Presentación. Luego de obtener el título de bachiller, en 1950, en un acto casi de rebeldía con su familia, y con una sociedad marcadamente “tradicionista”, decidió seguir su vocación y continuar estudios en el recién creado Colegio Mayor de Antioquia (1946). Cinco años después, con una tesis laureada de allí, egresó como tecnóloga médica.
Con los muy rudimentarios conocimientos de laboratorio, se dio la oportunidad de cumplir las prácticas obligatorias en la Universidad de Antioquia. El mismo año de la obtención de aquel título comenzó a trabajar en la Escuela de Medicina, específicamente en el Departamento de Microbiología y Parasitología, donde laboró ininterrumpidamente hasta 1959, año en el que decidió viajar al país del norte para continuar la consolidación de su formación científica. Llegó entonces a Nueva Orleans, donde fue aceptada en la Universidad de Tulane, en el programa de Maestría en Ciencias, con énfasis en Microbiología. A su regreso a Medellín, en 1960, se reintegró a la Universidad de Antioquia, ahora como profesora asistente en el departamento de Microbiología, ejercicio docente que desempeñó hasta 1962, cuando se sintió preparada para avanzar un poco más en el desarrollo de sus habilidades científicas. Un nuevo viaje a los Estados Unidos, el retorno a la universidad ya conocida, y un nuevo reto para su vida: el doctorado en Microbiología, con énfasis en Micología. Para entonces la trayectoria de Ángela Restrepo era claramente prometedora para el adelanto de las ciencias biológicas en Colombia, por lo cual, mientras adelantaba sus estudios doctorales, en 1963 fue nombrada profesora asociada de la Universidad de Antioquia.
Para 1965, año en que finalizó el programa doctoral, la doctora Ángela Restrepo era la única mujer de nacionalidad colombiana con una trayectoria de tal envergadura, especialmente en el campo de la Microbiología. Desde entonces, su labor científica y docente continuó al servicio de los estudiantes de la Universidad de Antioquia hasta 1978, momento en el que, por una serie de antecedentes, vinculados con los trastornos políticos de la universidad, se desvinculó de ella y se dedicó exclusivamente a las labores científicas y de formación que venía adelantando con la Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB), entidad que había fundado con algunos colegas una década atrás (sobre esta institución hay una reseña histórica en esta misma obra). Por ello, afirma la misma doctora Restrepo, en toda su vida las únicas instituciones en las que ha trabajado son la Universidad de Antioquia y la Corporación para Investigaciones Biológicas.
Como científica consagrada ha publicado centenares de artículos científicos y ha sido miembro de varias sociedades nacionales e internacionales, como la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, la Sociedad Americana para la Microbiología, la Sociedad de Micología Médica de las Américas, la Academia Americana de Microbiología, entre otras, en las que además ha desempeñado altos cargos directivos, como lo son la Sociedad Colombiana de Parasitología y Medicina Tropical (presidenta, 1972 – 1974), la Sociedad Internacional para la Micología Humana y Animal (vicepresidenta, 1975 – 1978) y la Sociedad Colombiana de Medicina Interna (vicepresidenta, 1980 – 1982).
También por sus aportes a las ciencias biológicas ha recibido más de 20 distinciones y menciones honoríficas, otorgadas por prestigiosos centros académicos, científicos y cívicos del país y del exterior. Algunos de ellos son: Miembro Honorario de la Sociedad Colombiana de Medicina Interna (1974); Miembro Honorario de la Academia de Medicina (1977); premio “Andrés Posada Arango”, otorgado por la Academia de Medicina de Medellín (1970); premio “Germán Saldarriaga del Valle” (1990); premio “Rodha Benham”, de la Medical Mycology Society of the Americas (1990); medalla orden al Mérito Universitario “Francisco Antonio Zea”, de la Universidad de Antioquia (1993); Comisionada de la Presidencia de la República para la Misión Ciencia, Educación y Desarrollo (1993 – 1994); premio de Ciencias de la Fundación “Alejandro Ángel Escobar” (1995); distinción “El Colombiano ejemplar”, en su primera versión, otorgado por el periódico El Colombiano (1999); premio a la vida y obra de un científico, de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Bogotá (2003).
Entre muchos otros reconocimientos ha sido distinguida con el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Pontificia Bolivariana (1994), la Universidad de Antioquia (1996) y la Universidad Nacional de Colombia (2007). Vale desatacar, además, el premio “Lucille K. George”, de la Sociedad Internacional para la Micología Humana y Animal (1979), galardón otorgado por esa sociedad a personas que en todo el mundo hubieran contribuido más al desarrollo de la Micología. Por ello, al lado de un investigador del Instituto Pasteur y otro del Instituto Nacional de Salud de Japón, estaba la colombiana Ángela Restrepo Moreno. Además, fue ganadora en 2007 de uno de los premios “Scopus” (Elsevier), distinción entregada a los científicos colombianos con el mayor número de publicaciones y citaciones.
En 1990, con motivo de su merecimiento del premio “Germán Saldarriaga del Valle”, el periódico El Colombiano logró traspasar las barreras que ella dulcemente pone a la figuración, a los medios de comunicación y a cualquier acercamiento que le signifique atestiguar sobre sí misma. En una completa nota dedicada a la CIB, un apartado fue especialmente dedicado a la doctora Restrepo, en el que se transluce buena parte de su esencia:
Uno simplemente cumple con el deber y trata de aprovechar al máximo las buenas cosas que la vida le ha dado. Creo que todos los que hemos tenido una oportunidad de estudiar tenemos una gran obligación con esa gran mayoría de colombianos que no han tenido acceso a la educación superior. Debemos rendir al ciento por ciento por ellos y por las nuevas generaciones.
Es cierto que en Colombia no es fácil investigar; por eso, para vencer las dificultades hay que tener pasión, fuerza interior, paciencia. El país tiene personas de enorme calidad humana e intelectual; ojalá hubiera más apoyo para ellos porque necesitamos dar fuerza a la ciencia y a la tecnología. Con respaldo del Estado y de la empresa, y con la constancia y el amor al trabajo, se puede salir adelante.
Al día siguiente, jueves 27 de septiembre, el Salón Dorado del Club Unión se colmó para celebrar el otorgamiento del premio “Germán Saldarriaga del Valle” que recibirían el doctor Miguel Roberto Téllez Fandiño, en el área de educación, y la doctora Ángela Restrepo Moreno, en el de investigación científica. De ese momento la ilustre científica recuerda con beneplácito las palabras del oferente de su premio, el cirujano cardíaco Antonio Ramírez González, quien, antes de hacer una detallada semblanza de ella, como consta en el acta de entrega de aquel premio, asimiló a su entrañable amiga los versos de San Mateo (5:14 – 15) de la siguiente manera:
Si no se enciende una luz para ponerla donde no alumbre, y si la misión a mí encomendada es la de colocar la luz que ha encendido Ángela Restrepo en este candelero rotario para que alumbre a todos los de la casa rotaria, antioqueña y colombiana, debo enfrentar necesariamente la exaltación con modestia, pues a fuerza de exaltar puedo herir.
Quiero lograr lo primero sin incurrir en la herida, omitiendo el ocioso ditirambo y, puesto que la humildad es la verdad, presentaré a ustedes una escueta hoja de vida, el mejor de los elogios en este caso.
Luego de recibir la mención honorífica y un premio en especie por valor de dos millones de pesos, la galardonada hizo uso de la palabra y “emocionada, con sencillez y voz entrecortada”, agradeció a la Corporación de Fomento Cívico y Cultural y dedicó el premio y el homenaje a sus padres, familiares, alumnos y profesores, a la CIB y a sus discípulos investigadores que se encontraban haciendo estudios de postgrado.
Al final de la ceremonia, a la que también asistió el gobernador Gilberto Echeverri Mejía, admirado y siempre activo miembro de la Junta Directiva de la CIB, se hizo lectura del decreto número 2908, del 26 de septiembre de 1990, emanado de la Gobernación del Departamento, mediante el cual se concedió a la doctora Restrepo la distinción al mérito civil de Antioquia, en el ramo de la Salud, “Antonio Roldán Betancur”, con ocasión de los 35 años de su fecunda producción y dedicación a la investigación. Luego de ello, el señor gobernador se dirigió a los asistentes, y entre otras palabras de reconocimiento a la labor de la Corporación para Investigaciones Biológicas, manifestó un cálido reconocimiento a la doctora Restrepo, el cual aprovechó para “jugarle una pilatuna, porque sabe que repele los honores y premios.” El doctor Echeverri, en efecto conocía y era de los afectos de Ángela Restrepo, pues fue miembro de la junta directiva del CIB por cerca de ocho años.
Al día de hoy, Ángela Restrepo Moreno se dedica a dictar conferencias y a prestar acompañamiento a los investigadores que alguna vez fueron sus alumnos y que ahora tienen en sus manos los destinos de la CIB. Mientras tanto, ella sigue dedicada a estudiar los hongos, especialmente acerca del Paracoccidioides brasiliensis, microorganismo que causa una enfermedad similar a la tuberculosis, principal objeto de estudio de algunos de los grupos de investigación de la CIB que ella sigue asesorando con sus amplios conocimientos. Si se permite decir en estos términos, éste es el hongo “favorito” de la doctora Restrepo desde hace ya bastante tiempo.