Miguel Moreno Jaramillo
(Santo Domingo 1890 – Medellín 1976)
Por: Jairo Andrés Campuzano Hoyos
Miguel Moreno Jaramillo
El 15 de septiembre de 1972 en el periódico El Colombiano se publicaron sendos discursos pronunciados dos días antes por Samuel Syro Giraldo, Óscar Duque Hernández y Miguel Moreno Jaramillo. En nombre de la Corporación de Fomento Cívico y Cultural, el primero de ellos hizo un sentido reconocimiento a los otros dos, quienes ese día recibieron el Premio “Germán Saldarriaga del Valle” en “atención a la importante labor que han desarrollado en el campo de la investigación científica,” en las Ciencias jurídicas y en la Medicina, respectivamente. La solemne ceremonia se llevó a cabo en el Paraninfo de la Universidad de Antioquia, lugar en el que hicieron eco las siguiente palabras del doctor Syro, expresivas por sí mismas el motivo de aquellos merecimientos: “son igualmente jóvenes como sus alumnos porque no han dejado envejecer el espíritu y porque han vivido cada día en busca de nuevos conocimientos y en continuo proceso de creación intelectual.”
Por su parte, los discursos de ambos galardonados fueron de sincero agradecimiento para quienes les habían seleccionado para la digna condecoración, con la que recibieron además la suma de 50 mil pesos.
Entre otras personalidades de la élite local, la ceremonia estuvo inspirada con la presencia de don Germán Saldarriaga, en cuyo nombre se otorgaron las distinciones. Fue aquella la última entrega del premio en la que se contó con la compañía del benemérito ciudadano, quien murió en Medellín a las pocas semanas, el 4 de noviembre de 1972.
Un jurisconsulto como pocos
Cuando se llevó a cabo la entrega del premio “Germán Saldarriaga del Valle”, 82 años habían pasado desde el nacimiento de Miguel Moreno Jaramillo, acontecido en Santo Domingo (Antioquia) el 6 de septiembre de 1890. Sus padres fueron Amalia Jaramillo Piedrahíta y Martín Moreno Ríos, quien luego fuera profesor del liceo de la Universidad de Antioquia.
Desde muy joven Miguel Moreno fue llevado a Medellín, donde realizó estudios en el Colegio de San Ignacio y luego en la Universidad de Antioquia, institución de la que terminó estudios en la Facultad de Derecho en 1910. Cinco años después obtuvo el título de doctor en Derecho y Ciencias Políticas, con la célebre tesis “Colombia Constitucional”, la que fue publicada el mismo año con una introducción redactada por el ex presidente de la república Carlos E. Restrepo, quien ya tenía un claro concepto sobre el joven abogado:
Don Miguel Moreno Jaramillo es tan joven que en las elecciones de este año renunció a su candidatura a la representación nacional, por no tener la edad requerida; y puede ser Representante y Senador por derecho de talento y por derecho de ciencia. Ya había sido Secretario de Gobierno del Departamento de Antioquia y Diputado a sus Asambleas, y en ambos puestos fue espejo de los más veteranos y de los más capaces.
Sin hipérbole, y si Dios no permite que se malogre -¡que no lo permita!- afirmamos que Moreno Jaramillo está a la vanguardia de la presente generación colombiana y que es uno de los pocos a quienes la patria puede confiar su futura redención. […]
Es de cumplidas prendas morales: sobrio, trabajador, correcto y de temperamento admirablemente equilibrado. […]
Fue docto antes que doctor. Hace pocos meses que recibió el diploma que le da éste último título, y ya regentaba en la Universidad de Antioquia, sabiamente, cátedras de Derecho Romano y Ciencia Constitucional. Sobre la última materia ha escrito su tesis de grado, a la que tenemos el honor de poner estas páginas de introducción.
En efecto, antes de obtener su título de abogado, en la misma facultad en la que él se había formado como jurisconsulto despuntó en 1911 su vocación docente, la misma que lo acompañaría por más de 60 años. Al poco tiempo de estar dictando aquellas cátedras, se vinculó como profesor de pruebas judiciales en la Escuela de Derecho del Alma Máter, y luego como decano y vocal del Consejo Consultivo de la Escuela, entre 1922 y 1929. Según la historia del bicentenario de la Universidad de Antioquia, fue Miguel Moreno Jaramillo “quien tomó la decisión de cerrar la Escuela de Jurisprudencia en 1928, con el propósito de aplacar la huelga de los estudiantes de la cátedra de Criminología.”
Desde su época de estudiante inició el doctor Moreno una activa participación en la política local, desempeñándose como representante de los alumnos en el congreso de estudiantes de Caracas (1912), concejal de Medellín (1913), secretario de gobierno departamental, bajo el mandato de Carlos Cock Parra (1913 – 1914), fundador de la Casa de Menores y Escuela de Trabajo (1914), representante a la Cámara y diputado a la Asamblea Departamental (1918 – 1920). Al año siguiente integró la Comisión formada por la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín para adjudicar la Medalla Cívica de 1921, comisión en la que además estaban Camilo C. Restrepo Callejas y Ricardo Greiffenstein Vélez. La medalla en aquella ocasión fue por ellos adjudicada a Leocadio María Arango Uribe.
Algunos años más tarde, al lado de importantes empresarios y hombre cívicos como los hermanos Emilio, Camilo C. y Ricardo Restrepo Callejas, Juan de la Cruz Posada Restrepo, Ricardo Greiffenstein Vélez, Carlos Vásquez Latorre y Ricardo Olano Estrada, entre otros, Miguel Moreno participó como miembro suplente de la primera junta directiva de la Liga Patriótica por Colombia y por Antioquia, entidad fundada en 1924 para trabajar por la descentralización en Colombia, particularmente en el territorio antioqueño.
Poco antes de finalizar la década de 1920, Miguel Moreno fue llamado nuevamente a la Secretaría de Gobierno Departamental, ahora bajo la gobernación de Camilo C. Restrepo Callejas (1929 – 1930). En ejercicio de tal encargo, el 21 de julio, por decreto No. 196, Miguel Moreno Jaramillo fue nombrado Gobernador (encargado) de Antioquia, puesto en el que permaneció por sólo dos semanas, hasta el 6 de agosto de 1930.
Para ese momento, la trayectoria de Miguel Moreno Jaramillo había sido prolífica en materia de construcción de nuevos conocimientos en las Ciencias jurídicas. De su autoría se cuentan numerosas publicaciones, dentro de las cuales se destacan artículos de revistas y algunos libros de análisis riguroso de la realidad legislativa colombiana. Entre estas obras se distingue “Estudios jurídicos”, libro que publicó en 1938, al año siguiente de su renuncia como magistrado de la Corte Suprema de Justicia, cargo que desempeñó desde 1935 hasta 1937. A propósito de su renuncia al alto magisterio, se destaca una nota publicada en las primeras páginas de aquel libro, en la que el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Medellín, “lamenta la separación del Dr. Moreno Jaramillo de la Corte, donde realizó una labor que lo coloca como uno de los más altos y profundos administradores de justicia que ha tenido Colombia”. Valga anotar que la obra fue dedicada a su entrañable contertulio y amigo, el empresario y destacado político conservador Gonzalo Restrepo Jaramillo.
Otra de sus obras de gran trascendencia fue la publicada entre 1930 y 1946, en cinco volúmenes, producto de la recopilación de diversos artículos divulgados por él en algunas revistas y periódicos. “Sociedades”, como se tituló, fue un tratado particularmente exaltado por lo novedoso y pertinente para aquel momento en el que Colombia, y especialmente Antioquia, consolidaba la actividad empresarial sobre la base de sociedades comerciales. Comienza el primer volumen de la obra con la trascripción de diversos conceptos que sobre la misma emitieron algunos de sus lectores inaugurales, uno de los cuales, formulado por portavoces del periódico El Colombiano, ilustra claramente el aporte del profesor Moreno Jaramillo:
El doctor Miguel Moreno Jaramillo, eminente ciudadano y jurisconsulto de mucho fuste, ha publicado ya su libro “Sociedades”.
Esta obra es la recopilación cuidadosa de todos los estudios que sobre aquella importante materia había publicado el doctor Moreno en varias revistas y en las memorias anuales de su acreditada agencia judicial.
Como ya hemos tenido oportunidad de manifestarlo, el autor del nuevo libro es uno de los escritores de más enjundia que hay entre nosotros. Dado fervorosamente a la lectura de libros que exaltan la templanza y la voluntad, ha ido haciendo de su inteligencia un laboratorio de experimentos humanos. De esa manera, Moreno ha sido un criminalista relevante, un tratadista de derecho constitucional y un conocedor profundo de las orientaciones jurídico-comerciales.
En un estilo clásico, repujado y brillante, el doctor Moreno ahonda todas las cuestiones del derecho con una elegancia que es esencial a todos los abogados que descuellan. Por eso en las figuras más destacadas del foro antioqueño el doctor Moreno Jaramillo está en primera línea.
En especial, el libro “Sociedades” es la obra máxima del doctor Moreno. En ese tema ha puesto él sus complacencias y sus afanes, lo ha profundizado y ha escrutado todas sus fases. Los comerciantes, los abogados y todos los que tengan que velar por intereses propios o ajenos, sacarán del nuevo libro mucho provecho.
Para el acervo científico de Colombia es un aporte de gran mérito y constituye un acontecimiento esta aparición que celebramos.
Sin desconocer sus otras virtudes, fue su perseverante actitud investigativa la que lo llevó a ser merecedor del premio “Germán Saldarriaga del Valle”, en 1972, momento en el cual continuaba al frente de sus actividades como profesor de Contratos en la Universidad Pontificia Bolivariana, institución que en 1950 lo había homenajeado con el nombramiento de Doctor Honoris Causa en Ciencias Políticas.
De su paso por la academia muchos lo recuerdan como un verdadero maestro, testimonio reafirmado por la Universidad de Antioquia con sus nombramientos como decano honorario a perpetuidad y profesor emérito. Entre otras, fue profesor en la Universidad Nacional y en el Seminario Conciliar de Medellín, presidente del Colegio de Abogados de Medellín, miembro honorario de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, miembro del Instituto Sanmartiniano de Colombia y del Instituto de Estudios Sociales y Económicos de México.
Recibió igualmente otras condecoraciones, entree las cuales se cuenta la “Cruz de Boyacá”, la Orden al Mérito Universitario “Francisco Antonio Zea”, la Medalla “Santiago Pérez”, la “Estrella de Antioquia” y la Medalla del cónsul general de Colombia en Amberes y en Amsterdam.
En su vida personal estuvo acompañado por su esposa, Margarita Peláez Restrepo, con quien contrajo matrimonio el 18 de septiembre de 1919 en la Catedral de Medellín. De esta unión nacieron dos hijos: Ignacio y Rafael, quien murió cuando era niño. Por infortunada circunstancia su esposa murió cuando aún era joven, por lo que él, viudo y con un hijo todavía por levantar, como se suele decir en Antioquia, se unió en matrimonio con su cuñada, Ana Peláez Restrepo, quien lo acompañó hasta su muerte, acaecida en Medellín el 4 de julio de 1976. Como su obra póstuma se publicó, en 1980, “Algo sobre clasificación de los contratos y otros escritos”.
Finalmente, con la lucidez, elocuencia y humildad que caracterizaba a Miguel Moreno Jaramillo, dejemos que sean sus propias palabras las que concluyan esta semblanza. En la alocución que hizo en la ceremonia de entrega del premio “Germán Saldarriaga del Valle” dejó plasmada la síntesis de su vida de la siguiente manera:
Profesé la jurisprudencia en el bufete y en el foro, en el magisterio y en la magistratura. Compuse libros y escribí en revistas. Mi obra es más extensa que densa. Recordándola viene a mi memoria la frase de Paul Valéry: “¿cómo asegurar las obras contra los regresos de la reflexión?”
Por una especie de “error comunis”, semejante al de la famosa locución forense, me han atribuido méritos que no poseo y con apoyo en tan infundado fundamento me han hecho honores a que no fui ni soy ni seré acreedor. Ya en mi ancianidad, a puestas del sol, recibo la noticia inesperada, no soñada, de que la “Corporación de Fomento Cívico y Cultural” se dignó concederme el “Premio Germán Saldarriaga del Valle”, en vista de estudios elaborados por mí dentro del campo de la investigación jurídica. No he vuelto del asombro… Aquí, en la línea occidental de nuestra noble casa solariega, hubo una serie de aulas que, comunicadas merced a la destrucción de sus muros medianiles, forman hoy este paraninfo, célebre ya en la historia cultural de Antioquia. En una de esas derogadas aulas, tal vez desde el mismo sitio que ahora ocupo, dicté mi primera clase de derecho. Aún hoy viven dos notables legistas, Jorge Gartner [de la Cuesta] y José Urbano Múnera, que pertenecieron a mi primer discipulado, el año de 1911. Los saludo con efusión entrañable.
No me despido de esta sala magna sin antes invitarlos a mirar el lienzo que la preside. Ahí está Jesucristo diciéndonos con su elocuencia infinita: “Yo soy la luz del mundo.”