Samuel Posada Saldarriaga
(Medellín 1926 – Medellín 1999)
Por: Juan Fernando Molina Jaramillo
Samuel Posada Saldarriaga
Samuel Posada Saldarriaga nació en El Poblado, Medellín, el 5 de mayo de 1926, y falleció en la misma ciudad el 12 de julio de 1999. Hijo de Ramón Emilio Posada Jaramillo y María Jesús Saldarriaga Mesa.
Se graduó como bachiller en el Colegio de San José en 1945 y recibió el título de ingeniero agrónomo en la Universidad Nacional, sede Medellín, en 1951. Realizó estudios de especialización en industria animal en la Michigan State University, que le otorgó el título de zootecnista en 1953; en esta misma universidad obtuvo el título de Master of Science en 1962.
Contrajo matrimonio con la señora Martha Soto Londoño; Darío (empresario de propiedad raíz) y Gilberto (médico) son los hijos de este matrimonio.
Acercamiento al campo
Desde temprana edad mostró gran afinidad por el conocimiento de los animales; podría pensarse que la influencia de don Emilio pudo haber desencadenado su afición por las actividades del campo en general, pues su padre tuvo la finca ganadera “El Barro”, en Caucasia; de manera adicional se anota que en las décadas de los veinte a los sesenta se reconoció en el barrio “El Poblado” que el jardín de doña María Saldarriaga, madre de Samuel Posada, fue de los mejor cultivados, lo que muy posiblemente desarrolló y afianzó su respeto por la tierra y lo estimuló a proseguir una carrera profesional del agro; sus hermanos Jaime, Hernando y Guillermo fueron finqueros de prolongada tradición.
Se vinculó a la sede de Medellín de la Universidad Nacional como docente de tiempo completo en 1952. A lo largo de su carrera docente ocupó numerosas posiciones: director del Departamento de Industria Animal, jefe del programa de lechería desde su fundación, integrante en numerosas oportunidades del Consejo Directivo de la Facultad de Agronomía (actualmente denominada de Ciencias Agropecuarias), director y promotor del fondo rotatorio para manejar fincas y material de enseñanza durante 24 años, fundador e impulsor de la carrera de Zootecnia, que fue, en 1962, la primera del género en Colombia; asesor de más de 30 trabajos de grado, Decano de la Facultad en 1974, asesor y consultor de numerosos empresarios pecuarios, en representación de la Universidad Nacional, y miembro activo de diversos comités especiales de la Facultad, entre otras actividades. Por problemas de salud visual, que de manera progresiva e inexorable lo atormentaron en el ocaso de la vida, se retiró de la cátedra en 1975 pero continuó atento a todos los asuntos de la Universidad, de la Facultad y de su muy querida carrera de Zootecnia desde casa, de manera ininterrumpida y ejemplar hasta sus últimos días; en el hogar recibía con suma complacencia y cortesía a estudiantes, profesores, colegas, empresarios pecuarios, dirigentes gremiales y muchas otras personas que a él acudían en solicitud de consejo prudente y atinado, de modo que de esta manera ejerció su ejemplar actividad docente hasta poco antes del fin de sus días.
Facetas humanas
Sus discípulos en la Facultad recuerdan y agradecen la reciedumbre de su carácter y la voluntad indeclinable del biografiado para ejercer su actividad docente, inclusive fuera de las aulas, los laboratorios y los lugares propicios para trabajo académicos de campo. Era un pedagogo de tiempo completo, enamorado de su profesión, que contagiaba su entusiasmo a quienes tenían contacto directo o indirecto con él. Se le reconoce también su labor de dedicación a los estudiantes tildados por otros profesores como díscolos, en quienes veía futuros profesionales de iniciativa y condiciones especiales, muestras de lo cual se recuerdan con admiración y cariño.
Aficiones complementarias a su actividad como docente y consultor fueron la jardinería y la música. Sus sentidos auditivo y táctil se desarrollaron de manera notable a medida que, de manera inexorable, se acentuaban los efectos de la retinitis pigmentaria que lo agobió en forma progresiva en los últimos años. Su actividad como juez de ganados la ejerció en estas épocas aciagas con el apoyo de esas dos facultades sensoriales incrementadas; estas sesiones de juzgamiento eran magistrales, según se recuerda, y las aprovechaba muy sabiamente para entregar con desinterés sus conocimientos a quienes presenciaban su labor. Se afirma que, a pesar de esas limitaciones, era casi siempre el primero en llegar a las exposiciones y ferias pecuarias y el último en salir, y les insistió a sus estudiantes de modo incansable acerca de la necesidad de aprovechar esos certámenes para su formación profesional.
Gonzalo Villa Villegas, discípulo de Samuel Posada y continuador de su obra docente e investigativa en la Universidad Nacional, sede de Medellín, recuerda con emoción y admiración alguna ocasión en la cual se le informó a su maestro que se había extraviado el registro del hato lechero de la entidad. Sin inmutarse, Samuel Posada buscó la ayuda de alguien que escribiese lo que él dictaba y completamente de memoria reprodujo ese registro, res a res; cuando días después se localizó el documento extraviado, se constató que no había diferencias entre ambas listas. Su memoria prodigiosa también fue, entonces, ayuda de valía para compensar las dificultades visuales.
Galardones
Recibió abundantes distinciones en su fructífera vida. Se mencionan las siguientes: Profesor Emérito de la Universidad Nacional (1975) y Profesor Honorario de la misma (1984), las que más valoraba y de las que legítimamente se sentía orgulloso; “Estrella de Antioquia”, en categoría oro (1972); “Espiga de Antioquia”, de la Sociedad de Ingenieros Agrónomos de Antioquia (1976); “Escudo del Zootecnista”, que se le otorgó en el primer encuentro nacional de esta profesión (1976); “Ganadero emérito”, de la Federación Antioqueña de Ganaderos (1975); miembro honorario de la Asociación Holstein de Antioquia (1975); premio “Germán Saldarriaga del Valle” (1981); placa de honor de la Secretaría de Agricultura de Antioquia, por su actividad como gestor del registro oficial de producción lechera del departamento (1982); premio de la Fundación para la Educación Superior (FES) y la Federación de Fabricantes de Alimentos para Animales (FEDERAL) (1982); socio honorario de “Azoovalle” (1987), y “Medalla al mérito agropecuario”, de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional, sede Medellín (1994). De manera informal se recuerda en su medio familiar que se sentía hondamente recompensado cuando sus exalumnos y colegas, inclusive los que no tuvieron la fortuna de recibir de manera directa sus enseñanzas y consejos, se referían a él como “Papá” Posada, que era la condecoración informal que más le satisfacía.
La planta de leches y las granjas “Paysandú”, para ganado de leche, y “San Pablo”, para aves y cerdos, de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, fueron proyectos a los que Samuel Posada se dedicó con infatigable tenacidad. A pesar de enormes dificultades institucionales logró la autonomía financiera de estas actividades, circunstancia que consideraba de fundamental importancia para la formación teórico-práctica de los zootecnistas. Gestionó y obtuvo diversas ayudas nacionales e internacionales para apoyar sus iniciativas; entre las últimas se destacan las contribuciones de las misiones de Nebraska y Michigan. Una de las modalidades ingeniosas que se le ocurrió para allegar fondos en divisas para mejorar los hatos y para adquirir implementos diversos de enseñanza fue aprovechar la generación de las mismas en viajes de turistas norteamericanos a Colombia, en programas que se denominaron “vacas por turistas”.
Para Samuel Posada la carrera de Zootecnia fue el eje motor de todas sus actividades y hacia ella volcó toda su capacidad de entrega y de trabajo. Fue incansable y persistente y dejó honda huella en su Facultad, en la que uno de los auditorios recuerda su nombre a las generaciones estudiantiles en formación.
Con generosidad ayudó a la creación de las carreras de Zootecnia en la sede central de Bogotá de la Universidad Nacional y en la Universidad de Antioquia.
Su esposa y sus hijos recuerdan al esposo y al padre como persona seria, cariñosa, recta, de recio carácter, de comportamiento ejemplar, de dedicación más que exclusiva, si se permite la expresión, a sus labores en la Universidad pero sin dejar de atender sus obligaciones hogareñas, de criterios éticos a toda prueba, de religiosidad acendrada y enemigo acérrimo de la mediocridad. Para ellos, Samuel Posada ejerció su actividad de docencia e investigación hasta en el hogar y su ejemplo callado e indeclinable es el mejor recuerdo que tienen de él.
Por su tesonera labor en la creación de la carrera de Zootecnia, no solamente en Antioquia sino en el país, y de la cual es considerado el padre en Colombia, se le otorgó el premio “Germán Saldarriaga del Valle” en 1981 en la categoría de Ciencia. En la misma ceremonia recibió igual distinción el profesor Gerardo Botero Arango, en igual categoría.