Antonio Roldán Betancur
(Briceño, Anioquia 1946 – Medellín 1989)
Por: Juan Carlos López Díez
Antonio Roldán Betancur
La noche del miércoles 31 de mayo de 1989 será una jornada inolvidable para los amantes del fútbol y para el país en general. Ese día, por primera vez un equipo colombiano profesional de fútbol se coronaría campeón de la Copa “Libertadores de América”, el Atlético Nacional de Medellín, en el gramado del estadio “Nemesio Camacho – El Campín” de Bogotá. Como fruto de la celebración, millones de colombianos pudieron observar por las pantallas de televisión el abrazo, como si estuviera cantando un gol, del gobernador de Antioquia, Antonio Roldán Betancur, a un impávido Francisco Maturana, técnico del equipo campeón. El doctor Roldán, célebre por su amor al deporte, había sido gerente deportivo del equipo y director de Coldeportes Antioquia.
Tan sólo habría de transcurrir un mes, el 4 de julio del mismo año, cuando los antioqueños recibimos un martes temprano con una de las noticias más tristes en medio de la guerra frontal del Estado contra el narcotráfico, la del atentado al vehículo del gobernador, cuando éste se dirigía a su trabajo, por la avenida paralela a la canalización que atraviesa la unidad deportiva “Atanasio Girardot”, cerca de la carrera 70, aquélla vía que se convirtió en el símbolo de las celebraciones futbolísticas de entonces. El doctor Maturana, por entonces simultáneamente técnico de la selección Colombia de fútbol, reconocería unos días después que de las numerosas muertes ocurridas por esa época aciaga, la única que lo había hecho llorar había sido la de Roldán Betancur.
Ello era, en gran medida, fruto del extraordinario carisma y don de gentes de Toño, como lo conocía una gran mayoría de ciudadanos que, debido a la energía irradiada por nuestro personaje y su halo, hacía que la gente se sintiera cercana al administrador público y al dirigente político y deportivo. “Era el hombre más conciliador, de paz. Todo el mundo lo quería” recuerda Luz Marina Henao, la mujer que lo acompañó como Secretaria de Educación y Cultura en su gabinete. Amiguero como el que más, porque no hay quien lo haya conocido que no diga “fuimos amigos íntimos”, recuerda Rosa Roldán a 20 años de su muerte. Estas consideraciones, con toda probabilidad, acompañaron el sentimiento de la Corporación de Fomento Cívico y Cultural en los dolorosos días de 1989, en los que el país padeció uno de los años de más crudo terrorismo que jamás hubiere vivido.