“O nos unimos, o nos hundimos”
En 1993 llegó a la diócesis Sonsón-Rionegro Monseñor Flavio Calle Zapata, actual arzobispo de Ibagué, quien desde el primer momento quiso darle a la diócesis una mejor organización administrativa y pastoral. Sus labores se concentraron en planear el cambio de una pastoral de conjunto a otra por delegaciones, de modo que con ellas el obispado pudiera hacer presencia efectiva en cada una de las comunidades parroquiales. Una de las delegaciones fue la de pastoral social, la que inició actividades en enero de 1994 con tres grandes líneas de trabajo: formación, promoción humana integral y comunicación cristiana de bienes. La intención era que cada línea debía desencadenar procesos, no únicamente acciones. Por ello, y con el fin de hacer efectivos algunos convenios con las instituciones municipales, se decidió dotar de personería jurídica a la delegación de pastoral social, por lo que el 9 de marzo de 1995 se constituyó la Fundación Pastoral Social de la Diócesis Sonsón-Rionegro.
Al año siguiente, con motivo del recrudecimiento de la violencia en algunas poblaciones de Antioquia, del oriente en particular, Monseñor Flavio Calle convocó a las instituciones y empresas para reflexionar sobre la situación y buscar alternativas para afrontar el conflicto. “O nos unimos, o nos hundimos”, fue la expresión que empleó en manifestación de una postura gallarda para hacer frente a las injusticias que estaban padeciendo miles de personas de la región. Bajo el amparo de la pastoral social, se creó entonces la comisión de “Vida, justicia y paz del oriente antioqueño”, la cual fue organizada como corporación en 1998. Como objetivo se estableció trabajar por la paz y el desarrollo y la defensa de la vida, para lo cual se establecieron tres líneas de trabajo: defensa, promoción de la vida y construcción de la justicia y la paz en la región. Con el paso del tiempo esta nueva corporación se fue fortaleciendo y se amplió su acompañamiento, especialmente a las poblaciones que experimentaron ataques directos de grupos insurgentes. Municipios como Nariño, San Francisco, San Carlos, Granada, y en especial su corregimiento Santana, recibieron de la pastoral social diferentes servicios de asistencia alimentaria y el inicio de los procesos de reconstrucción del tejido ciudadano. Se hizo además un acompañamiento directo a las víctimas de la violencia, a la población desplazada y a las comunidades que estuvieran en riesgo de desplazamiento.
Como conocedora y directa benefactora de la obra que adelantaba la pastoral social en los pueblos vulnerados por el accionar de los grupos armados, la doctora Lucía de La Cuesta de Londoño, madre del finado ministro de protección social Juan Luis Londoño, instó al presbítero Miguel Ángel Salazar, director de la pastoral social desde 2001, para que presentaran ese trabajo a la convocatoria que se había abierto para el premio “Germán Saldarriaga del Valle” en su versión del año 2002, como en efecto se hizo.
En la ceremonia de entrega del premio, el Presidente de la República empleó unos minutos de su discurso para exaltar la labor de la pastoral social de la siguiente manera:
Los rotarios, administradores del fondo constituido con el capital semilla que plantó hace treinta y cuatro años don Germán Saldarriaga del Valle, escogieron por concurso de méritos, para realizar con probidad las inversiones del premio anual, a la Fundación Pastoral de la Diócesis de Sonsón-Rionegro. Y reconfirma la gran sintonía de los rotarios con las necesidades de los colombianos que sufren por causa de la violencia y el desplazamiento, el haber escogido a los desplazados del oriente antioqueño como beneficiarios del premio que en esta ocasión ha sido asignado, para mitigarles en algo sus carencias.
Para la recelosa y escéptica juventud, ansiosa de referentes y valores a qué aferrarse, la acción de los rotarios de Medellín es ejemplo de cómo lo público también puede ser manejado por particulares probos, comprometidos éticamente en el servicio a la humanidad. Los rotarios son ejemplo de vida.
Esta noche se impone rendir otro tributo personal; un homenaje que hubiera sido preferible hacerlo en otra circunstancia. La nación entera, compungida, no olvidará cómo en el jurado del premio “Germán Saldarriaga del Valle” estuvo animando para la mejor selección por doña Lucía De la Cuesta de Londoño, madre del doctor Juan Luis. El ministro partió en su viaje definitivo, mientras buscaba con amor su meta de fomento de programas de empleo entre los empresarios de Colombia.
Como parte del reconocimiento fue entregada la suma de 40 millones de pesos, los cuales ayudaron a consolidar el desarrollo de la pastoral en tres frentes distintos:
- Fortalecer el personal de la pastoral.
- Potenciar el trabajo de acompañamiento a las comunidades y a los familiares de secuestrados, la atención de los desplazados y la asistencia a las emergencias alimenticias que vivían las poblaciones a raíz de los bloqueos ejecutados por las fuerzas armadas ilegales, que impedían la libre circulación de víveres.
- Mejorar las instalaciones.
Pero aquéllas eran apenas unas pocas de las actividades que desarrollaba la pastoral. Dentro de muchas otras se destacan las pastorales de la salud, rural y de la tierra, del mundo del trabajo, de las viudas y penitenciaria. También desarrollan anualmente la campaña de comunicación cristiana de bienes y la semana por la paz, esta última con la realización de un foro por la paz que han sostenido desde hace 15 años. Actualmente, en convenio con la Universidad Católica de Oriente y con el CINEP, trabajan en una propuesta que propende por el perdón y la reconciliación del oriente. También, con la Gobernación de Antioquia y el Ministerio del Interior y de la Justicia adelantan un proyecto denominado “comunicación juvenil al derecho”, el cual busca sensibilizar a los jóvenes sobre el conocimiento, respeto, defensa y promoción de los derechos humanos. De igual manera se está desarrollando un acompañamiento a algunos proyectos de Cornare, con el propósito de avanzar en la reconstrucción del tejido social en algunas de las poblaciones afectadas por la violencia. Uno de los proyectos más recientes se llama “Inclusión social Rionegro”, que se desarrolla como una intensa campaña para organizar la caridad y superar la mendicidad, para lo cual se creó un centro para acoger a los indigentes y resocializarlos.
Actualmente se están cerrando dos proyectos exitosos que desarrollaron con el “Laboratorio de paz”: el observatorio de paz y reconciliación del oriente, que lo coordinó la Corporación de Justicia y Paz, el cual tuvo como propósito analizar la evolución del conflicto, respeto a los derechos humanos y gobernabilidad en la región; y el otro, “Siembra paz”, proyecto desarrollado para impulsar la cultura de paz con los niños de la región.
Todas esas obras son de la Pastoral Social de la diócesis Sonsón Rionegro, desarrolladas unas por conducto de la Fundación, otras por la corporación “Vida, Justicia y Paz”, y otras a través de la corporación “Pan y Vida”.
Buena parte de su desarrollo ha sido impulsado por el padre Miguel Ángel Salazar, quien es natural de El Peñol, donde fue ordenado sacerdote por Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo el 24 de noviembre de 1990. Desde entonces ha trabajado como formador en el Seminario Nacional de Cristo Sacerdote, en las Obras Pontificias Misionales y como Vicario Parroquial en San Cayetano. También ha sido delegado episcopal para la Pastoral de la Niñez y ha prestado su servicio pastoral como delegado de pastoral y bienestar universitario en la Universidad Católica de Oriente.