“Los pobres, viejos y desamparados son hijos del mismo Dios”
Alicia Escobar Valencia es la monja del ancianato de San Gil, una mujer entregada al servicio de Dios y de los demás. Nació en El Líbano (Tolima); allí realizó sus primeros estudios y a la edad de 17 años decidió ingresar a la comunidad religiosa vicentina; a partir de ese momento inició sus labores en beneficio de los más necesitados. Fue asignada al hospital del municipio de Valparaíso (Antioquia), en donde estuvo encargada del cuidado de los enfermos. Posteriormente fue trasladada a la ciudad de Cartagena, en donde por más de nueve años brindó ayuda a los desamparados, colaboró en las actividades desarrolladas por los padres jesuitas, la Congregación Mariana y la Sociedad de San Vicente de Paúl, orientadas a aliviar el sufrimiento de los demás y a brindar cariño y consuelo a los huérfanos y ancianos.
En 1955 se radicó en la ciudad de Bogotá y desde la casa provincial prestó servicios a los enfermos. En 1963, luego de permanecer por algunos años en la capital, viajó a Bucaramanga, para ocuparse del cuidado de los ancianos residentes en el Asilo San Rafael.
Tiempo después fue trasladada nuevamente; se estableció en el municipio de San Gil y en 1986 cumplía 16 años de servicio en el ancianato de la localidad. La ayuda prestada por Sor Alicia a los ancianos era reconocida por muchos eran evidentes el amor y el cuidado que les daba y su gran vocación de servicio en bien de los demás. Al respecto, en 1986, comentaban los rotarios de San Gil:
A esta mujer, que ha dedicado sus últimos 16 años de vida religiosa a cuidar a los que habiendo servido a muchos no tienen en la vejez quien los recompense, a esta mujer a la que vemos los sangileños todos los sábados con una canasta en la plaza de mercado mendigando para sus viejitos; la que dedica el domingo de su descanso a esparcir solaz espiritual a los ancianos y hasta les enseña a disfrutar, con deportes ingenuos, una vida que aún merece vivirse; la que les embellece la casa con flores y la mantiene con impecable limpieza y obsesivo orden.
Sor Alicia era una religiosa entregada al servicio de los desamparados, dispuesta siempre a ayudar y hacer la vida de los ancianos abandonados menos dolorosa y solitaria. Ella les enseñó que aún podían ser útiles para la sociedad, ser amados e importantes para alguien, aunque sólo fuera para ella; esta monja del ancianato tenía la convicción de que los hombres pobres, viejos y desamparados también eran hijos del mismo Dios en que ella confiaba. Por todo lo anterior, la Corporación de Fomento Cívico y Cultural decidió que la Hermana Escobar era merecedora del premio y se le hizo entrega de 700 mil pesos durante una conmovedora ceremonia.