Corporación Futuro para la Niñez
(Medellín 1961)
Por: Jairo Andrés Campuzano Hoyos
Corporación Futuro para la Niñez
“Todo buen proyecto comienza con un sueño”, era la frase insigne del sociólogo, educador y filántropo norteamericano Richard Patrick Saunders, padre de una metodología innovadora basada en la autoayuda para el desarrollo de las comunidades. Su sueño: el desarrollo del mundo cimentado en bases firmes de valores y habilidades (personales y sociales), en el que su unión garantizara el bienestar y un promisorio futuro.
Con la fundación en 1961 de la Corporación “Futuro para la Niñez”, ese ideal llegó a Medellín como simiente de una metodología que ha sido aplicada exitosa e ininterrumpidamente al contexto colombiano. Gracias a ello, y a su compromiso por la construcción de un país mejor, en 1998 se hizo merecedora del premio “Germán Saldarriaga del Valle”.
Richard Patrick Saunders.
Una vida consagrada a la filantropía
Richard P. Saunders era natural de Sommerville, Massachusetts, donde nació el 25 de agosto de 1901. Buena parte de su juventud la había pasado en el norte de Nueva Inglaterra, hasta que decidió comenzar estudios de sociología en Fayetteville, estado de Nueva York. Más adelante obtuvo un doctorado en la Universidad de Nueva York.
Luego de haber trabajado largos años en beneficio de jóvenes y universitarios, en la década de 1950 el turno le llegó a la niñez. Desde 1951 despuntó como Presidente de Save the Children Federation, puesto que desempeñó hasta 1960. En ejercicio de tal encargo, Richard Saunders asistió a una Conferencia de la Niñez y Juventud que se llevó a cabo en la Casa Blanca y ocupó asiento, entre otras, en la junta directiva de la Comisión Internacional de Unidad para el Bienestar de la Niñez de Estados Unidos.
Llegado el año de 1961, luego de su retiro de Save the Children, decidió fundar una corporación análoga, pero con una nueva metodología de trabajo. Fundó entonces Futures for Children, iniciativa que en ese mismo año llevó a Medellín, Colombia, donde dejó establecida una corporación con el mismo nombre, la que obtuvo personería jurídica dos años después, en agosto de 1963. De su estadía en Medellín, el doctor Saunders congenió con importantes personalidades de la élite local, especialmente con el destacado médico y defensor de los derechos humanos Héctor Abad Gómez, con quien trabajó mancomunadamente por el futuro de los niños de la región.
Aun cuando Richard P. Saunders no se radicó definitivamente en Medellín, fue su visitante frecuente desde la creación de “Futuro para la Niñez”. El marcado espíritu de servicio y la activa labor de la corporación por él fundada en la capital de la montaña lo llevaron, entre otras cosas, a hacerse merecedor de la “Estrella de Antioquia”, distinción otorgada por la Gobernación de Antioquia en 1977, y al máximo galardón que otorga el gobierno de Colombia, la “Cruz de Boyacá”, en 1986. Los mismos méritos lo condujeron en 1988 al recibimiento del “Premio Nacional de la Solidaridad”, conferido por el periódico El Colombiano.
Luego de establecer un nuevo “Futuro para la Niñez” en Honduras, el doctor Saunders murió en Chittenango, Nueva York, el 13 de noviembre de 1990. Dos años antes había fallecido Dorothy Olton, su esposa desde 1941.
Un legado para Medellín, una obra para la construcción de país
Cuando Richard P. Saunders llegó a Medellín, encontró en la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia a quien fuera por muchos años su mejor aliado y compañero para acometer sus iniciativas filantrópicas. Se trataba del profesor, médico y especialista en salud pública Héctor Abad Gómez, quien desde el mismo año de 1961 hizo propia la iniciativa, junto a Saunders, de crear la Corporación “Futuro para la Niñez”.
La filosofía inspiradora de las obras sociales que Saunders y Abad empezaron a implementar con “Futuro para la Niñez” correspondía a una metodología especializada de trabajo con las comunidades, específicamente concentrada en lograr que ellas se unieran y trabajaran organizadamente por el bienestar de sus niños.
Aunque aparentemente paradójico, aquella metodología no estaba enfocada al trabajo directo con los infantes. Desde sus inicios, “Futuro para la Niñez” procuró lograr que los habitantes de las zonas rurales, particularmente padres de familia, se reunieran a dialogar sobre el futuro de sus pequeños hijos, analizando su propio contexto. Con base en una serie de preguntas y respuestas, orientadas por los representantes de la corporación, se buscaba conducir a la comunidad hacia el reconocimiento de problemas, analizarlos y buscar cómo obrar por sí misma para la resolución de ellos. No se trataba de conseguir que el gobierno o las entidades de caridad solucionaran sus problemas sino que se trataba de remediarlos con el potencial mismo de la comunidad.
Aquella metodología pronto comenzó a surtir efectos positivos en las primeras localidades que se visitaron en nombre de la corporación, representada por Richard Saunders, Héctor Abad Gómez y algunos miembros de la junta directiva, que para entonces ya se había conformado. Por su manera particular de acompañar los procesos comunitarios, durante las décadas de 1960 y 1970 se logró el adelanto de diversas obras comunales en Versalles, Copacabana y algunos barrios populares y zonas aledañas de la ciudad. Según Fabio Enrique Giraldo, actual coordinador metodológico, “podría decirse que mucha de la labor de las primeras escuelas, los primeros puentes y acueductos veredales, se construyeron en Antioquia con la asesoría de “Futuro para la Niñez”, en alianza con la Federación de Cafeteros y la Secretaría de Desarrollo.”
Gracias a esas primigenias experiencias, los objetivos de la corporación se fueron afinando hasta llegar a los que hoy día se declaran:
Estimular al ser humano para que desarrolle progresivamente sus valores y habilidades, tanto individuales como sociales, mediante la participación comunitaria, con el fin de construir un nuevo orden social de verdadera convivencia humana que asegure su bienestar y el de su descendencia.
Hacer posible el bienestar de los niños, desarrollando por sí misma o en unión con otras personas, naturales o jurídicas, públicas o privadas, nacionales o extranjeras, programas que contribuyan a la construcción de un futuro digno para todos, mediante la aplicación de su modelo educativo.
Pese al asesinato en 1987 de Héctor Abad Gómez, quien hasta entonces continuaba siendo un constante inspirador de la obra, la Corporación “Futuro para la Niñez” siguió con la aplicación de su metodología en Antioquia y, a partir de esa misma época, en otras regiones del país. Hasta la fecha han sido muchas experiencias, las que podrían mencionarse ligeramente en tres grupos:
- Acompañamiento social para la participación y organización comunitaria. Desarrollado en comunidades rurales y barrios marginados de Cartagena, Montelíbano, Yumbo, Urabá y municipios del departamento de Antioquia como San Luis, Granada, Abejorral, La Unión, Caldas, Titiribí y Ciudad Bolívar, entre otros. En total, cerca de 60 municipios en el departamento de Antioquia, sin contar los de otros departamentos.
- Acompañamiento a equipos que implementan el Plan de Atención Básica. Desarrollado en municipios como Venecia, Entrerríos, Carolina, San Luis, Nechí, Fredonia, Ciudad Bolívar y San Francisco.
- Acompañamiento metodológico y asesoría en formulación de indicadores y evaluación de impacto social. Desarrollado en asocio con otras entidades del sector público y privado como Empresas Públicas de Medellín, “Antioquia Presente”, Fundación “Mi Sangre”, Ciudad don Bosco, Fundaunibán y Metro de Medellín, entre otros.
A pesar del estrecho resumen de sus experiencias, con las que se podría escribir un libro entero, es claro que las actividades de la Corporación “Futuro para la Niñez” se han desarrollado en zonas rurales y urbanas, lo que implica diferentes características según el entorno: cuando es urbano, su metodología se implementa en proyectos que propendan por la convivencia ciudadana; cuando es rural, se aplica con el objeto de promover la organización y participación comunitaria, que derive en proyectos de bienestar social.
Una de las experiencias en entornos urbanos fue precisamente la llevada a cabo en el Municipio de Itagüí, desde 1996, con el apoyo financiero de la Corporación Empresarial de Itagüí (CITA). Para entonces comenzaron a implementar su metodología en el proyecto denominado “Un Itagüí sin violencia”, proyecto por el que, a los dos años de constante acompañamiento y efectivos resultados en la comunidad de Calatrava, se hicieron merecedores del premio “Germán Saldarriaga del Valle” en su versión del año 1998. Junto con la merecida distinción, la corporación recibió 35 millones de pesos, los cuales sirvieron para dar continuidad a los proyectos que tenían en desarrollo, especialmente al que los había hecho ganadores de tan importante merecimiento.
Gracias a ello, la Corporación “Futuro para la Niñez” permaneció en Itagüí hasta el año 2000, fecha en la que ya habían logrado que la comunidad, por sus propios medios y esfuerzos, alcanzara importantes avances en materia de convivencia ciudadana. Según Cenén Garcés, coordinador de proyectos de la corporación, con el dinero del premio pudieron seguir trabajando en Itagüí hasta que la “base social estuvo instalada”, con lo que se hacía posible la sostenibilidad del trabajo que varios años atrás habían iniciado.
Como en aquella ocasión, la Corporación “Futuro para la Niñez” siempre ha tratado de hacer alianzas o convenios con empresas de los sectores público o privado que tengan interés en hacer trabajo social.
Por su naturaleza, la corporación también ha sido simiente de otras entidades afines, como fue el caso del Consejo de Conciliación de San Luis, merecedor igualmente del premio “Germán Saldarriaga del Valle” en 1998, origen de lo que hoy se conoce como el “Laboratorio de Paz del Oriente”.
“Futuro para la Niñez” no tiene proyectos ni programas; acompaña el surgimiento de ellos en las comunidades. Según sus funcionarios, el éxito de la corporación consiste en haber desarrollado su propia metodología, la misma que, con unos elementos filosóficos, y unas herramientas pedagógicas, “permite a las comunidades autodesarrollarse, es decir, llevarlas a generar procesos por sí mismas”. Se parte de una premisa según la cual todas las personas tienen la capacidad de generar ideas, organizarse, trabajar y solucionar sus propios problemas, por lo que la labor de “Futuro para la Niñez” se concentra en brindar acompañamiento, orientación y estímulo a las iniciativas que de ellos mismos surjan, luego de una serie de preguntas y respuestas. No ofrecen soluciones preconcebidas ni aplican prácticas asistencialistas.
Ésa es, en síntesis, la metodología que Richard P. Saunders legó a Medellín y a Antioquia, por intermedio de su corporación, herencia que podría entenderse como una especie de mayéutica socrática grupal, aplicada al desarrollo comunitario para el bienestar social.