Smartchip S.A.
Por: Natalia González Salazar
Cuando don Germán Saldarriaga del Valle propuso fundar la Corporación de Fomento Cívico y Cultural en 1968, posiblemente nunca pensó que en algún futuro el pago del transporte público, las citas médicas, el acceso a las instalaciones universitarias y las compras en establecimientos comerciales se pudiese realizar a través de un formato plástico que remplazara el dinero físico. Hoy en día todo esto está muy cerca con la tecnología de las tarjetas inteligentes con microprocesador. Esta iniciativa que fue promovida y creada en nuestro medio por el ingeniero electrónico de la Universidad Pontificia Bolivariana Mauricio José Flórez Moncayo a partir de su trabajo de grado.
Creador de empresa
La tarjeta inteligente fue el medio más apropiado que encontró el ingeniero Mauricio José para constituir el 15 de julio de 2004 a Smartchip S. A., una sociedad anónima especializada en la investigación, desarrollo y aplicación de esta nueva tecnología, que es un formato plástico que brinda mayor seguridad, ya que no es posible acceder a los datos contenidos en el chip electrónico, pues éste se comporta como un pequeño computador que tiene su memoria, su microprocesador y su disco duro que almacena todo tipo de información.
Las tarjetas tradicionales del sistema financiero tienen la particularidad de poder grabar datos en una cinta plástica, en tanto que la tarjeta inteligente tiene propiedades diferentes, pues su funcionamiento no depende de ninguna red de datos y cuenta con una unidad de memoria capaz de almacenar firmas digitales y datos encriptadas y mediante la cual se hace ilegible un mensaje para personas no autorizadas; igualmente puede guardar características biométricas como la huella digital o el iris, entre otras aplicaciones para evitar las posibilidades de fraude.
Smartchip se ha dedicado a la producción de carnés de identificación para estudiantes de las universidades y tal vez uno de los proyectos más importantes fue la creación de la “tarjeta cívica” para las personas que se transportan en el Metro de Medellín, en la que se almacenan datos personales y un contador numérico que representa el dinero; el chip permite la comunicación con las máquinas lectoras, que confirman los datos y admiten el paso del usuario a la vez que descuentan el valor del viaje. Para obtener este contrato, la empresa tuvo que pasar por una exhaustiva revisión y competir con empresas nacionales y extranjeras.