Por: Sandra Patricia Ramírez Patiño
“Distinguido comerciante e industrial, gran propulsor
del progreso patrio y hombre de ejemplares virtudes”
Al comenzar la década de 1930, don Germán Saldarriaga del Valle era ya un reconocido comerciante de la ciudad de Medellín. Su principal negocio, la Cacharrería Mundial, lo había convertido en un prestigioso hombre de negocios y miembro de la élite medellinense. Fueron su trayectoria como comerciante y su vocación de servicio social las que le permitieron ser invitado a hacer parte del Club Rotario de Medellín, el cual había sido fundado en 1928. El principal objetivo de los clubes rotarios en el mundo ha sido siempre estimular y fomentar el ideal de servicio como base de toda obra humana digna y por éstas características don Germán no pudo resistirse a hacer parte del club.
Consciente y conocedor de las dificultades que tienen que pasar muchas personas en nuestro país para garantizar al menos la subsistencia, se vinculó inmediatamente con las actividades y programas de asistencia social impulsadas por los rotarios de Medellín y lideró muchas de ellas. Él era considerado por muchos como un líder cívico de la ciudad, dispuesto siempre a ayudar a los demás. A propósito comentó, en 1987, Reinaldo Arroyave Lopera, quien fuera su gran amigo, mano derecha y sucesor en las iniciativas empresariales:
[Aquél] que entraba en el corazón de sus semejantes, como a un lugar propio y conocido, porque ya había entregado algo de su espíritu; el mismo que gritaba, desde su mula, bajo un calor abrasador, implorando una taza con agua, para calmar su sed de claro, pero seguro de la simpatía ajena y listo a deleitarse con mazamorra fresca y trozos de panela. Habría qué verlo acariciar a un niño, para captar inmediatamente el amor y la sinceridad con que lo hacía.
Después de treinta y cinco años como miembro del Club Rotario de Medellín, y convertido en un importante industrial y hombre de empresas, a don Germán, a sus 73 años de edad y con el apoyo de su esposa doña Emma Duque Gaviria, se le ocurrió una extraordinaria idea, la cual consistía en conceder premios importantes a las personas que se distinguieran por sus méritos sobresalientes en el campo del civismo, la cultura y el bienestar general, lo que hoy se conoce como responsabilidad social. Por tal motivo, en una reunión del Club Rotario de Medellín propuso a sus compañeros la creación de un premio que exaltara la labor silenciosa de muchos colombianos. Para tal efecto, él y su esposa donarían los dineros correspondientes.